
La madrugada del 11 de junio de 1962, una de las fugas más legendarias de la historia moderna se llevó a cabo en la prisión de Alcatraz, la infame cárcel de máxima seguridad ubicada en la bahía de San Francisco. Tres prisioneros –Frank Morris y los hermanos John y Clarence Anglin– protagonizaron un escape audaz y meticulosamente planeado que desafió la reputación de Alcatraz como “la prisión de la que nadie podía escapar.” La hazaña sigue siendo un misterio hasta el día de hoy, y la historia de estos tres hombres ha pasado a la leyenda, inspirando teorías, películas y debates sobre su destino final.
Preparación y Planificación del Escape
Frank Morris, considerado el cerebro de la operación, había sido transferido a Alcatraz en 1960 por sus intentos previos de escape en otras prisiones. Con una inteligencia superior al promedio y un ingenio sin igual, Morris ideó el plan de fuga junto con los hermanos Anglin, quienes tenían fama de ser trabajadores ingeniosos y perseverantes. Durante meses, los tres hombres trabajaron en secreto, aprovechando cada momento de soledad para avanzar en su plan. Se dice que utilizaron cucharas de metal y otros objetos rudimentarios para excavar túneles en las paredes traseras de sus celdas, detrás de los respiraderos.
Estos respiraderos, aunque pequeños, eran la única vía de escape, y los prisioneros los ampliaron lo suficiente como para poder pasar a través de ellos sin ser vistos. Para evitar que los guardias se dieran cuenta de su trabajo, los hombres cubrían los orificios con cartón y papel pintado. Morris y los Anglin, conscientes de los horarios y rutinas de los guardias, planificaron cada detalle, asegurándose de que cada acción fuera precisa.
La Construcción de las Herramientas y la Logística
Además de excavar los túneles, los fugitivos necesitaban encontrar una forma de salir de la isla, rodeada por las frías y traicioneras aguas de la bahía de San Francisco. Los prisioneros recolectaron todo tipo de materiales para fabricar una balsa y chalecos salvavidas improvisados. Utilizaron más de 50 impermeables que encontraban o robaban en la prisión, cosiéndolos y pegándolos juntos para crear una balsa. Además, fabricaron paletas y chalecos de salvamento que, aunque rudimentarios, podían mantenerlos a flote en el agua helada.
Durante las noches, mientras los guardias creían que dormían, los tres prisioneros trabajaban en su balsa en una zona oculta del taller de la prisión. También crearon cabezas falsas usando una mezcla de jabón, papel higiénico y cabello real, que se arrancaban entre ellos para que las réplicas fueran lo más convincentes posible. Colocaron estas cabezas en sus camas como señuelos para que los guardias, al hacer sus rondas nocturnas, creyeran que los prisioneros estaban dormidos.
La Noche del Escape
La noche del 11 de junio de 1962 fue la elegida. Morris y los hermanos Anglin esperaron pacientemente hasta que el silencio de la madrugada cubriera la prisión. Salieron de sus celdas a través de los túneles que habían cavado y se dirigieron a un área de servicio que no estaba vigilada. Desde allí, treparon a través de un tubo de ventilación y llegaron al techo de Alcatraz. Desafiando la altura y el riesgo, descendieron hasta el suelo de la prisión con la balsa que habían confeccionado, cargando con ellos los chalecos y paletas improvisadas.
Se cree que los tres hombres ingresaron al agua en algún momento entre la medianoche y las 2 a.m. Su plan era utilizar la marea para ayudarlos a cruzar la bahía, lo cual presentaba un desafío casi insuperable debido a las frías temperaturas del agua y las fuertes corrientes. Sin embargo, las aguas oscuras y heladas no disuadieron a los fugitivos, quienes se embarcaron en el viaje, probablemente conscientes de que, si fallaban, morirían ahogados.
El Descubrimiento del Escape
A la mañana siguiente, cuando los guardias comenzaron su ronda habitual, uno de ellos notó algo extraño en las celdas de Morris y los Anglin. La escena que encontraron fue espeluznante: los tres hombres parecían estar durmiendo, pero al acercarse, descubrieron las cabezas falsas y los túneles traseros expuestos. Fue entonces cuando comprendieron que los prisioneros habían escapado.
El escape desató una reacción en cadena de pánico e investigación. El FBI, la Guardia Costera y la policía local fueron alertados, y una de las búsquedas más grandes en la historia del país comenzó de inmediato. Las autoridades revisaron la costa de San Francisco, buscando cualquier señal de los hombres, pero lo único que hallaron fue un par de remos y un chaleco salvavidas. La balsa nunca fue encontrada, y el paradero de los tres hombres se convirtió en un misterio sin resolver.
El Misterio sin Resolver
La historia de los tres fugitivos se convirtió en leyenda. Durante años, surgieron teorías y rumores sobre si habían logrado sobrevivir o no. Algunos informes no confirmados afirman que los hermanos Anglin lograron llegar a Sudamérica y comenzar una nueva vida, mientras que otros creen que Morris, con su ingenio, pudo haber eludido la captura y desaparecer por completo. Años después, en 2013, surgió una carta que supuestamente fue escrita por uno de los Anglin, afirmando que habían sobrevivido y vivido en secreto por décadas. Sin embargo, las pruebas de la carta fueron inconclusas, y el caso permanece oficialmente abierto.
El escape de Alcatraz no solo puso en duda la seguridad de la prisión más impenetrable de Estados Unidos, sino que también planteó una de las preguntas más persistentes de la historia criminal moderna: ¿lograron estos tres hombres lo imposible, o fueron tragados por las oscuras y frías aguas de la bahía de San Francisco? La historia de Frank Morris y los hermanos Anglin sigue siendo un enigma cautivador y un testimonio de la audacia y el ingenio humano ante la adversidad.